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El tipo de Respuestas que Nunca Deben dar los Padres

  • Foto del escritor: Silvana Giachero
    Silvana Giachero
  • 8 sept 2024
  • 4 Min. de lectura


1. "Tú no hagas caso..." - La humillación cotidiana acaba dañando.

2. "Ya se cansarán..." - Si no actúas, el acoso no se detiene.

3. "No es para tanto..." - Solo él sabe lo que le duele y cómo le duele.

4. " Si pegan, tú pega..." - Quien sufre acoso no se puede defender.

5. "Es una exageración..." - Recuerda que tú no eres él. Ponte en su lugar.

6. "¡Se van a enterar!..." - Hay que actuar CON él, no POR él.

7. "Pareces tonto..." - Necesita apoyo y confianza.


Otras frases que nunca deberían oírse y se escuchan a menudo:

  • “Ahora la que se nos viene”

  • “Que habrás hecho vos”

  • “Por algo te pasan siempre estas cosas

  • “No lo puedo creer”

  • “¿No será que estás exagerando?”

  • “Aprende a defenderte, en mis tiempos lo arreglábamos a las piñas”

  • “Hacete hombre”

  • “Ignóralos, ya va a pasar

  • “Trata de hacerte amigos de ellos”

  • “Ya voy por él y verá”


Nada de esto favorece a la víctima, sino todo lo contrario: siente que no debería contarlo y lo más probable es que ya no lo hable y se repliegue aún más, buscando tranquilizar a sus padres, sintiéndose culpable, temeroso y con vergüenza.


El hecho de que los padres reaccionen en forma violenta contra él o los hostigadores, contra los padres de estos o que vayan a armar un escándalo a la institución educativa, no hace más que agravar la situación y potenciar a los hostigadores, quienes van a negar todo, se victimizarán, buscarán mil excusas para justificar lo que están haciendo, difamando aún más a la víctima, inventando o resaltando conductas de ella. Y de esa forma se vengarán hostigando y humillando más, tratándole de débil, del nene o nena de mamá que no se sabe defender solo, y probablemente le seguirán maltratando, pero en forma más sutil y en lugares que no estén a la vista de adultos.


La violencia psicológica es silenciosa e invisible tanto para quien la padece como para quien la observa, por eso crece y por eso es tan difícil de probar y de parar. Siempre termina siendo condenado quien, ya al límite de sus fuerzas, reacciona con ira por impotencia.


Los padres de las víctimas pocas veces consultan seguros de que sus hijos estén en esa situación, y se preguntan si tienen algo mal, alguna dificultad, algún problema de inmadurez o de relacionamiento, o es que “será muy bueno e ingenuo y por eso le pasa esto, pues le agarran de punto, o porque es tonto”. Si esa consulta la hacen con un psiquiatra o un psicólogo que no está especializado en el tema, probablemente le analizará buscando esas cosas en él e iniciará una terapia para modificarlas. Esto no solo confirma lo que la víctima ya temía, sino que no soluciona el problema, que es ajeno a ella. Seguirá sufriendo ese calvario.


Al ver cómo su hijo se enferma, los padres también viven el calvario de las consecuencias del Bullying, sin saber que lo son, por no estar bien informados. Días y días yendo de una consulta de un médico a otro, análisis, tratamientos, internaciones. Ya no hay paz en sus vidas porque temen que su hijo haga algo contra sí mismo o vuelva a intentar suicidarse.


La dinámica familiar cambia, los vínculos intrafamiliares se van deteriorando casi imperceptiblemente, los hermanos se enferman y sufren el abandono de sus padres, quienes están centrados en el “hijo problema”.


La víctima, al ver como todo se derrumba a su alrededor, se siente aún más culpable y desesperada, algunos chicos que se han intentado suicidar y que luego se salvaron, no han parado, entre sollozos, de pedirles perdón a sus padres por hacerles pasar por esto y que lo mejor era que les dejaran morir.


Los padres de las víctimas ya destrozadas, viven un verdadero infierno, más aún cuando a ellos les pasa igual que a su hijo, la familia no les cree, los amigos se alejan y los docentes y padres de los compañeros de sus hijos los miran como si estuvieran locos, con pena, pero se suman a hostigarlos y les hacen el vacío.


Cuando el Bullying se hace visible para los padres en una fase avanzada, ellos padecen lo mismo que su hijo: la soledad, la ausencia de respuestas, la impotencia por tanta injusticia, la locura de estar metidos en un infierno del que sienten que no hay salida.


Por eso, aunque abrir los ojos y ver resulte muy doloroso, cuanto antes se haga, mejor. Nada es más sano y salvador que ver, pues quien no quiere hacerlo, no solo niega la realidad, sino que con el tiempo llega a sufrir mucho más, padeciendo a veces daños irreparables para su hijo y su familia.


Es tanto el miedo que sienten, que prefieren, al igual que el resto, buscar un culpable, la víctima, y esto solo empeora las cosas, pues no hay peor tortura que la culpa. Es así que los padres sin querer y sin saberlo, se convierten en los cómplices más temibles del acoso escolar. Quienes deben cuidar, proteger, defenderles, se han borrado del universo y se han convertido en algo que los propios niños desconocen al verles: sus padres ya no están.


Hasta el momento han sido muchos los padres que llevan a sus hijos a consulta con un profesional de salud mental “para que hagan algo con ellos”. En cambio son muy pocos los que van ellos mismos a contarle que su hijo sufre de Bullying y que necesitan saber qué deben hacer.


Un consejo fundamental es que no esperen a estar seguros de si el chico es víctima o no de Bullying, ya que mientras los padres investigan, sus hijos continuarán viviendo el peor tormento de sus vidas y corriendo graves peligros.


¡SIÉNTATE, ESCUCHA Y ACTÚA!

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