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El Proceso de Contaminación

  • Foto del escritor: Silvana Giachero
    Silvana Giachero
  • 8 sept 2024
  • 2 Min. de lectura

El llamado proceso de contaminación puede ocurrir cuando la víctima es retirada de la institución educativa debido al bullying (más fácilmente en aquellas comunidades pequeñas) o cuando el bullying se expande a las redes sociales: donde quiera que vaya la víctima, se ve afectada por esta contaminación y continúa siendo hostigada (esto es más probable en la adolescencia debido a las actividades sociales adicionales, como cumpleaños de quince y fiestas).



Basta con que un conocido de la víctima del centro educativo al que ella asistía, donde sufría de bullying, se encuentre en una fiesta o evento deportivo con otros del nuevo colegio y les cuente lo raro, lo loco, lo tonto que era y las cosas que le hacían, para que, nuevamente, se desate el problema en la nueva institución a la que va, repitiéndose la situación.


Esto es el verdadero infierno para la familia y la víctima. Tenemos el tan mencionado caso de Amanda Todd, quien se fue de la escuela y luego, junto a su madre, de la ciudad, separándose la familia para que ella pudiera seguir estudiando, pero el bullying se reavivaba siempre, hasta que finalmente, acorralada y desesperada para que el infierno termine, y para liberar a su familia, acabó suicidándose.



Casos como estos, que no salen en la prensa, existen por cientos en el mundo. Amanda habló antes de irse, dejó su video, donde destaca el silencio del verdadero infierno que tuvo que vivir. Contó su historia a través de papeles escritos que fue pasando uno a uno, letras inundadas de dolor, soledad y desesperación.


A todo esto se suma el hecho de que, si en la nueva institución, los docentes y la dirección, así como el equipo de psicólogos, se enteran de que ya antes le pasó –ya que por lo general los padres no cuentan para que no se contaminen de entrada con pre conceptos–, lo que puede suceder es que se refuerce el falso mito de que la víctima es la culpable: “si siempre le pasa lo mismo, el problema entonces es de ella, será que está repitiendo conductas, será que se tiene que tratar para que no le pase más”. Y nuevamente queda estigmatizada y fuera del sistema.


Es más fácil de lo que creemos que estas dinámicas se extiendan como bacterias, contaminando no solo toda la vida de la víctima sino también donde quiera que vaya, y este riesgo es aún mayor cuando el bullying llega a las redes. Cuando se recibe a un chico que ya ha sufrido bullying, el colegio debería contar con un procedimiento de protección y cuidado, un monitoreo permanente y estrategias para frenar cualquier intento de contaminación.


Por eso, el cambio de colegio no puede aplicarse como una receta, sino que debe evaluarse en cada caso. Primero se debe buscar frenar el acoso desde dentro de la institución. Si esto continúa, se deben considerar varios indicadores, como en qué mes del curso se está, qué opciones de otras instituciones hay, entre otros, para realizar una evaluación de los costos de quedarse y de irse.

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