Disparadores del Bullying
- Silvana Giachero
- 8 sept 2024
- 3 Min. de lectura
El hostigador puede ser un psicópata.
La psicopatía es un modo de ser, de actuar, de pensar, de funcionar y no una enfermedad, es bastante común en la sociedad. Que actualmente se produzcan más casos de acoso obedece a la existencia de más personalidades psicopáticas integradas, quienes son capaces de adaptarse mejor a la sociedad actual.

La sociedad narcisista e individualista en que vivimos, basada en el éxito y la imagen, fomenta este tipo de forma de ser, a través de un masivo bombardeo desde las redes sociales hasta los medios de comunicación, fomentando la banalización de la burla hacia el que es diferente, a través de un chiste o una broma que se disfrazan de inocentes. Los maestros no deberían permitir en sus aulas que toda una clase –ni siquiera unos pocos– se rían de un chico.
Esta práctica tan naturalizada debe ser desterrada, extirpada de raíz. Y peor aun cuando es el propio docente quien se burla o humilla a un alumno, disparando el proceso.
Esto conlleva que luego se aplauda al estafador y al mentiroso y quien no lo es, muchas veces es considerado como tonto o lento, y termina siendo de quien se burlan. Es así como reproducimos estos modelos narcisistas, individualistas, que afirman la impunidad de los delincuentes que van por la vida depredando, mientras los demás ríen, apoyan o no se meten.
Entre los ejemplos más comunes, se observa cómo un chico se burla de otro frente al docente llamándolo "traga". En lugar de defender y sancionar esta actitud violenta, el docente se ríe de la supuesta broma y/o hace algún comentario que la refuerza. Los demás alumnos se suman a la burla, llamándolo "ratón de biblioteca", "nerd", "come libros", entre otros.
Todos aplauden al agresor, catalogándolo como vivo, inteligente y de mente rápida. Así, quien realmente es inteligente y merece ser ejemplo a seguir, es etiquetado como tonto y objeto de burla. Otro ejemplo ocurre en el gimnasio, donde a un chico que no le gusta jugar al fútbol se le ridiculiza llamándolo "mariquita", "poco hombre", "afeminado". El docente se suma a la burla, apoyando al agresor, y los demás alumnos rápidamente lo hostigan.

Esto muestra cómo un rasgo de vulnerabilidad es explotado como burla, ganando adeptos rápidamente. Todos terminan aplaudiendo al hostigador en lugar de detenerlo, sancionarlo y educarlo. Se evidencia una falta de empatía hacia la víctima, quien es humillada simplemente por no seguir la mayoría, en lugar de ser respetada y admirada por su integridad.
Los principales disparadores del acoso se repiten en la mayoría de los casos y son:
Envidia:
Los niños y jóvenes envidian atributos o situaciones de la víctima que les generan malestar, como buenas notas, viajes en familia, belleza, popularidad, entre otros.
El hostigador, incapaz de tolerar esos atributos, desea la desaparición de la víctima, a menudo incitando a la misma mediante mensajes violentos.
Celos:
Los celos surgen en relaciones de tres, donde el hostigador siente que la víctima recibe más atención o afecto por parte de figuras de autoridad o de interés amoroso.
Esto puede desencadenar acciones hostiles dirigidas a la víctima.
Miedo:
El miedo del hostigador está vinculado a perder su posición o privilegios, como la atención de alguien, el reconocimiento, o la revelación de secretos propios.
A veces, el hostigador proyecta su propio comportamiento temeroso en la víctima, generando paranoia y justificando su agresión como defensa.
Secretos:
Los hostigadores pueden acosar para proteger secretos propios, como mentiras a autoridades, actividades ilegales, consumo de drogas, conducta sexual inapropiada, entre otros.
Aquellos que no se sumen o denuncien pueden convertirse en amenazas para el hostigador y futuras víctimas de bullying.
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