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Bullying - Información General

  • Foto del escritor: Silvana Giachero
    Silvana Giachero
  • 8 sept 2024
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 3 nov 2024

¿De qué hablamos cuando hablamos de Bullying?


El Bullying, es un fenómeno que ha existido a lo largo de la historia, manifestándose en diversas formas y dificultando la identificación de su origen. Aunque ha sido objeto de mayor atención recientemente debido al aumento de la violencia en la sociedad, sus raíces se remontan a tiempos antiguos. Históricamente, muchas situaciones de acoso eran percibidas como parte normal del entorno escolar, revelándose solo cuando alcanzaban niveles extremos de agresión física. La sociedad aún enfrenta desafíos para desnaturalizar la violencia psicológica, un componente fundamental del Bullying.


Aunque es difícil determinar cuándo surgió exactamente el acoso en las aulas, es plausible que haya existido desde la instauración de las salas de clase. Afortunadamente, en la actualidad, la visibilidad del problema ha aumentado, permitiendo abordarlo no solo desde la perspectiva psicológica, sino también mediante herramientas legales en algunos países que identifican a los agresores y evitan su impunidad.


El término "Bullying" se refiere al acoso escolar o a la tortura psicológica en el ámbito educativo. Aunque rara vez involucra violencia física directa, su núcleo es la violencia psicológica, manifestada a través de gestos y palabras. Este comportamiento crea un desequilibrio de poder, donde un grupo hostil perpetúa una conducta agresiva y repetitiva hacia un individuo, colocándolo en una posición de vulnerabilidad.


Es esencial destacar que el Bullying, aunque actualmente se estudia en respuesta a la creciente violencia en las aulas y casos extremos de suicidio u homicidio, es un comportamiento inherentemente primitivo en la naturaleza humana. A pesar de que su forma más visible implica violencia física, la mayoría de los casos involucran violencia psicológica más sutil y difícil de detectar.


La denominación "Bullying" fue acuñada en 1993 por el psicólogo escandinavo Dan Olweus, quien identificó su relación con el fenómeno previamente conocido como "Mobbing". Esta forma de violencia, tanto física como emocional, ha sido estudiada por décadas, y su crecimiento actual evidencia la necesidad urgente de intervención, diagnóstico temprano, sanciones y prevención



Formas de Bullying


Existen diversas manifestaciones de Bullying, cada una dejando secuelas significativas en la víctima. Las formas más comunes incluyen:


  • Bloqueo Social: Aísla a la víctima mediante exclusiones y rechazos sociales.

  • Hostigamiento: Implica humillación verbal, ridiculización y provocación constante.

  • Manipulación: Uso de tácticas engañosas para controlar o confundir a la víctima.

  • Coacciones: Presiones y amenazas para obligar a la víctima a actuar contra su voluntad.

  • Exclusión Social: Ignorar, no invitar o aislar a la víctima de actividades sociales.

  • Intimidación: Creación de miedo a través de amenazas verbales o gestos intimidatorios.

  • Amenazas: Manifestación de intenciones dañinas, creando temor en la víctima.


Desde el inicio del acoso, el objetivo es bloquear a la víctima, comenzando con humillaciones verbales y progresando hacia la exclusión social. La víctima se ve aislada gradualmente, afectando su necesidad innata de conexión social y pertenencia a un grupo. Esta alienación va en contra de la esencia humana, contribuyendo al sufrimiento emocional de la víctima.


En situaciones de acoso, la víctima busca apoyo entre sus pares. La falta de respuesta, que ocurre en el 90% de los casos, desencadena una respuesta instintiva de supervivencia conocida como "cerebro reptiliano". Este mecanismo lleva a la huida, paralización o, en casos menos frecuentes, a la lucha defensiva. Lamentablemente, esta última opción a menudo resulta en la culpabilización de la víctima.


La magnitud del Bullying se evidencia en casos extremos, donde situaciones como el abuso sexual desencadenan violencia sistemática. Estos incidentes, aunque excepcionales, subrayan la importancia de no minimizar ni justificar conductas violentas entre estudiantes, destacando la necesidad de abordar el Bullying con seriedad y prevenir su propagación.


Es fundamental destacar que el Bullying puede ser denunciado antes de llegar a la agresión física. Aunque aún no exista una herramienta legal específica contra el Bullying, las figuras delictivas existentes pueden ser invocadas con el respaldo de testigos y pericias forenses.


Para la víctima, el daño físico es evidente, pero el impacto emocional a menudo permanece oculto. En muchos casos, la víctima se siente culpable y contribuye a la invisibilidad del acoso, normalizándolo. Las actitudes del agresor suelen ser justificadas o banalizadas, culpando a la víctima y perpetuando un ciclo de impunidad. Es esencial intervenir a tiempo para prevenir situaciones extremas y evitar daños irreparables.



La evidencia empírica sugiere que, si bien hay similitudes en los patrones de acoso entre niños y niñas, también existen algunas diferencias significativas en cuanto a cómo se manifiesta el acoso y las dinámicas subyacentes. Aquí hay algunas observaciones basadas en la investigación:

 

  • Formas de acoso: Tanto niños como niñas pueden ser víctimas y perpetradores de acoso verbal, físico y social. Sin embargo, las niñas tienden a estar más involucradas en formas de acoso social, como la exclusión social, la manipulación relacional y el ostracismo, mientras que los niños pueden participar más en formas de acoso físico y verbal directo.

  • Motivaciones para el acoso: Las motivaciones para el acoso pueden diferir entre niños y niñas. Por ejemplo, algunos estudios sugieren que los niños pueden estar más motivados por el deseo de establecer dominio y poder sobre sus compañeros, mientras que las niñas pueden estar más motivadas por la relación y la exclusión social.

  • Impacto emocional: Ambos géneros pueden experimentar efectos emocionales negativos como resultado del acoso, incluyendo ansiedad, depresión, baja autoestima y aislamiento social. Sin embargo, algunas investigaciones sugieren que las niñas pueden ser más propensas a reportar síntomas emocionales y psicológicos como resultado del acoso que los niños.

  • Respuestas y estrategias de afrontamiento: Las estrategias de afrontamiento ante el acoso pueden variar entre niños y niñas. Por ejemplo, algunos estudios sugieren que las niñas pueden recurrir más a estrategias de afrontamiento orientadas a la búsqueda de apoyo social, mientras que los niños pueden ser más propensos a responder de manera agresiva o aislarse.

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